Mientras funcionarios de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) deslindan responsabilidades, los vecinos de La Margarita pierden la paciencia: llevan más de 15 años conviviendo con una laguna de agua podrida y líquidos cloacales que ocupa toda una cuadra. “Nos molesta mucho que nadie haga nada. A la laguna podrida se la puede ver desde los mapas tomados del espacio (por las imágenes de Google Maps), pero parece que los funcionarios no la ven. Es una vergüenza, vivimos olvidados”, renegó Débora Jiménez, quien vive en el barrio hace 15 años.
Los vecinos habían denunciado hace un mes a LA GACETA que vivían junto a un pantano de agua contaminada que desbordaba constantemente sobre las calles e inundaba las casas. Relataron que las chicas y chicos iban a la escuela con bolsas en los pies o con dos calzados, uno para ensuciar y otro para usar en clases: como no hay veredas ni alumbrado público, los niños caminan por el medio de las calles de barro fecal. Se quitaban las bolsas llenas de inmundicia cuando llegaban al destino o se quitaban las ojotas mojadas, se secaban y se colocaban zapatillas secas. Pero ya habían caminado mojándose con agua inmunda.
“Fuimos con los equipos de la SAT, encontramos una serie de pérdidas cloacales y se realizaron las reparaciones. Ya dejó de formarse ese torrente que alimentaba la laguna. No era gran cosa ese aporte tampoco, es una laguna de agua pluvial. No se puede decir que se formó por las roturas de cañerías”, explicó el presidente de la SAT, Fernando Baratelli.
Para la Intendencia, el saneamiento de la cuenca debería ser responsabilidad de la empresa estatal a cargo del servicio de aguas y cloacas: “las reparaciones son de mala calidad, así que no nos da seguridad. Por un principio jurídico, quien es responsable de un daño debe repararlo. Esa laguna se formó por las roturas de la SAT, no podemos drenarla si volverán a romperse las cañerías y las pérdidas volverán a llenarla”, criticó Walter Berarducci, secretario de Gobierno municipal.
“La SAT sí vino hasta el barrio y solucionaron las pérdidas cloacales que terminaban en la laguna. Pero de la Municipalidad no vinieron para ver la falta de pavimento, la falta de desagües ni de alumbrado público. Es terrible como nos inundamos acá. Seguimos igual: no tuvimos ninguna solución”, continuó Jiménez. “Cualquier mejora que tengamos en el barrio será agradecida, no tenemos nada aquí”, lamentó.
Claudio Azcurraire coincidió con Jiménez. “Arreglaron las pérdidas, pero la laguna no bajó de nivel. Tuvimos que hacer otro zanjón con los vecinos para que el agua que rebalsa no pase a las casas. Nos sentimos olvidados, decepcionados. A la laguna que había en Los Vázquez la limpiaron en una semana. Soñamos con eso, con tener una plaza”, comparó el vecino de 31 años y tres hijos. Relató que uno de sus hijos quedó libre en el secundario y perdió el año. “Cuando llueve es imposible salir del barrio, entonces el año pasado faltó todos los días que llovía fuerte. Pasó el límite de faltas y lo hicieron repetir. Así es como se vive en este barrio”, rezongó Azcurraire.
A 20 cuadras del centro
Para llegar al barrio La Margarita hay que doblar a la derecha desde la avenida Juan B. Justo al 1.800 y tomar por El Salvador -la del Cementerio del Norte- cuatro cuadras hasta Diagonal Norte. Después de tres cuadras hay que volver a doblar a la derecha por la Calle 41, que los vecinos de la zona bautizaron pasaje 17 de Octubre. El camino es en bajada. Con el paso de las cuadras quedan atrás el asfalto, el pavimento articulado y el cordón cuneta hasta entrar al barrio: las calles son huellas delimitadas por los yuyos que crecen a los costados de las casas. No se puede acceder desde la Avenida Gobernador del Campo porque el Country de Lawn Tennis construyó un murallón delimitando el predio; entonces los vecinos han perdido una vía de acceso. El paredón de ladrillo hueco del barrio privado se continúa con otro predio, también privado, que impide salir o entrar por la Avenida de Circunvalación. Al norte, otro espacio privado los encierra. Sólo hay una calle de acceso. No tienen cloacas; la red de agua potable es precaria; tienen luz, pero no alumbrado público; no tienen recolección de residuos y tienen gas de garrafas.
Cuando este diario recorrió la barriada, las pérdidas cloacales en los barrios cercanos a la avenida Juan B. Justo (El Molino, San Roque, entre otros), se habían unificado con el torrente de una rotura en la calle Eduardo Wilde, y el arroyo de aguas negras bajaba por Francisco de Mendioroz para alimentar la laguna, justo frente a la casa de Natalia Sánchez y de Julio César Giménez. El director de Higiene Urbana municipal, Jorge Pérez Musacchia había adelantado que podrían drenar la laguna si la SAT solucionaba las roturas, porque abastecían permanentemente el pantano.
“El problema que hay ahí es mas profundo. Eso se debería trabajar para que no se empoce ni el agua de lluvia y con los vecinos para evitar que se arrojen basura. Obviamente nosotros no debemos aportar líquidos cloacales, por eso realizamos las reparaciones. Es una melange importante de causas que generan esa laguna”, explicó Baratelli. Y agregó: “preocupados por la primera nota, se enviaron equipos técnicos al lugar. Pensábamos que era culpa nuestra y la verdad es que no era así. No cambió en nada (la laguna) por el hecho de que ya no haya aporte cloacal. Solucionamos la pérdida y no se redujo el nivel del pantano”.
Berarducci insistió en que la laguna se formó por el servicio deficiente de la SAT: “este problema es una consecuencia más de la desatención, el desapego y del abandono de la gestión que tiene no solamente el titular de la SAT, sino también el gobernador Juan Manzur. Los padecimientos superan lo habitual. Este es directamente un atentado ambiental para los vecinos”, cargó. Explicó que, en caso de que la SAT no drene la laguna, el municipio analizará cómo sanear el pantano. “Lo primero que tenemos que saber es qué tipo de líquidos contaminantes tiene esa laguna, para saber qué tratamiento realizar”, se comprometió el funcionario municipal.